¿Autocensura periodística?

Decidí romper de forma arbitraria y unilateral el sospechoso silencio.
Hace unas semanas –‘por aquí pasó’– se informó a medias acerca de un terrible hecho de sensacionalismo periodístico que llegó incluso al acto delictivo.
Un colega se inventó un ‘dramarreportaje’. Contrató a los actores: nada más ni nada menos que menores de edad. Buscó los escenarios: dicen que alrededor de alguna escuela. Y, para completar su cuadro, compró la droga que debían exhibir sus actores. Como era lógico, hizo actuar a sus personajes frente a las cámaras. Obviamente utilizando la droga.
El caso fue tímidamente investigado e informado por el Ministerio Público, que hasta ese momento dio muestras de que no le temía al famoso ‘cuarto poder’ y lo difundió.
Me encargué de buscar las repercusiones en todos los noticieros televisivos que habitualmente hacen escarnio de este tipo de hechos. Curiosamente, el caso estuvo ausente en la agenda de estos medios.
Al día siguiente de la denuncia del fiscal, escuché a Carlos Valverde comentar sobre este caso: “Hoy por ti, mañana por mí”. Valverde fue el único crítico de este nefasto precedente periodístico. Y acotó un dato que no puedo pasar por alto: “Un programa matinal también está siendo investigado por la Fiscalía por un hecho similar”. Dio cuenta del nombre del programa y del caso específico: “Utilizaron falsos testimonios de menores que supuestamente se prostituían”.
En honor a la verdad, hay que subrayar que los diarios sí informaron del ‘dramarreportaje’ y de su autor.
Contrariamente a lo que sucede con hechos similares a éste, que son utilizados para subir y bajar el rating de los noticieros de televisión, este caso fue sospechosamente sepultado. ¿En qué quedó la investigación? ¿Qué pasó con el periodista y con el fiscal? ¿De dónde obtuvo el dinero el periodista para comprar la droga y para pagar a sus actores? ¿Qué pasó con los actores? ¿El Ministerio Público terminó de investigar a ese programa matinal que incurrió en un acto similar?
Espantada, me acabo de enterar de que decidieron imponerse el ‘código del silencio’. Que los periodistas que hacen cobertura de hechos policiales tomaron la decisión de ‘protegerse’ y no publicar el hecho a través de la televisión.
Los colegas que tomaron esa decisión no tuvieron ningún empacho en autocensurarse y se pusieron la mordaza. Dicen que la autocensura es más cruel que la censura.
¿La ex delegada del Presidente dando lecciones de ética después de haber estado vinculada al Gobierno?
Erguida y con la frente en alto. Pasé por la administración pública fugazmente, dejé productos concretos y dispuse el destino de más de medio millón de dólares sin pringar mis manos.
Con la misma ética con la que relaté historias y denuncié el tráfico de bienes del Estado ejerciendo el periodismo, también ejercí la función pública. Con esa misma ética, hoy rompo el silencio del maldito código que enmudeció a mis compañeros para apañar un terrible hecho que daña el noble oficio del periodismo y a la sociedad en su conjunto.

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